Jugar a la mano

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Lo primero que hacíamos, antes de buscar una piedra plana, escupir una de sus caras y lanzarla al aire para ver quien bateaba primero, era escoger los equipos. Hasta tercer grado fui mantequilla, o caramelito, que significaba ser escogida la última y que los outs no eran realmente outs, pero esa fue la mejor manera que encontraron los grandes para integrar a un puñado de chiquillas a sus juegos. Siempre a la mano, porque con bate se nos hacía muy difícil, y los caramelitos podíamos lanzarla, con una sola mano, para tratar de que la pelota llegara al menos al pitcher que no pitcheaba, pero que era el tipo del equipo. Continúa leyendo Jugar a la mano

De la ausencia y el béisbol

El día que Yuliesky Gourriel jugó en el José Antonio Huelga con la camiseta de Industriales ya hacía tres meses de la muerte de mi abuelo. Una neumonía asintomática que se lo llevó en apenas doce horas. Cuentan que en ese primer partido la gente sacó carteles y lo insultó de lo lindo. El Yuli se agarró los huevos, los mandó a callar con el dedo en los labios y dio un jonrón. Cuarenta y cinco juegos más tarde, ya se sabe, Industriales clasificó y Sancti Spíritus quedó último de la serie. Cuando comenzaron los rumores de que los Gourriel se iban a La Habana, ya mi abuelo se había cansado de la pelota. O se había cansado de vivir, que viene siendo la misma cosa. Reservaba los últimos atisbos de su ojo bueno para despedirse de nosotros y así lo hizo, la madrugada del cinco de agosto de 2013. Noventa días antes de que comenzara la Serie Nacional. Continúa leyendo De la ausencia y el béisbol